¡Taj’ pendejeando!,
dijo “Mil Amores”

Por: Pedro Jiménez Torres
Y como le dijo “Mil Amo­res” al Comandante Ca­macho que fue director de la policía municipal de Teapa por allá de los años 70’s: “¡Taj’ pendejeando, Camacho!”. Éste, con su autoridad y la fuerza pú­blica a su mando, levantó a “Mil Amores” y lo mandó al tambo porque fue a parar hasta la cár­cel de Teapa. De ahí, pal’ real, “Mil Amores” ha sido y sigue siendo “mil amores” por todos los barrios y calles de Teapa.
Pero, ¿cómo se llama real­mente Mil Amores? Su nombre es Manuel Alejandro Alvarado, según medio comenta, porque su desconfianza es producto de un hostigamiento por mu­chas personas en Teapa. Y lo peor que le puede pasar a este conocido personaje popular de la ciudad es que andando en la calle alguien le grite ¡MOMIA! ¡Peor que una mentada de ma­dre! Un insulto que le enciende la sangre, pela los ojos con odio hacia quien le grita así y él también le grita una severa lepe­rada de aquellas que espantan al mejor alburero teapaneco, porque Manuel, el buen “Mil Amores”, de inmediato contesta: “¡Respétale los últimos pelos del cul…o a tu mama!”.
Y los que ya saben de este enojo que le crispa los ojos y el rostro al buen Manuel, que no le hace nada a nadie, le vuelven a repetir la fórmula para poner más encabronado al popular Mil Amores”, el au­tor del conocidísimo “Taj’ pendejeando” que tanto manejan los te­apanecos de cualquier clase social, aunque el alegre Alejandro ande sin zapatos, con una sola ropa (camisa azul y pantalón café por lo regular), con los pelos parados, un poco ca­noso, pero andando por las calles de Teapa y en ciertas ocasio­nes, haciendo alguna chambita.
Lo curioso del caso es que nuestro cono­cido personaje tiene una gran inclinación y gusto por la viejada, tal vez sea la causa de llevar ese apodo tan famoso y conocido por todos por lo que la gente ha hecho su decir casi una manera que identifica al teapa­neco: y como dice “Mil Amores”: “Taj’ pendejeando”, que lo ha llevado al salón de la fama en la popularidad teapaneca.
Ahora, lo de ¡momia! no se sabe de dónde proviene, pero la cosa es que gritarle así a “Mil Amores” es para hacer temblar las calles de Manuel Rosado, Simón Sarlat o la de 27 Febrero donde vive nuestro amigo.
Tiene 67 años de edad, y a pesar de su edad chupa como agua el “jalpeño”, para después andar caminando y dando vuel­tas como trompo en su andar. Se dice que tiene hijos, vive en un cuarto a un lado de donde su hermano Epifanio, en la calle 27 de Febrero. A veces baja a las 3 de la mañana y le pregunta la hora al que pase y si les dicen que son las tres, contesta que pensaba que eran las cinco y se regresa a su cuarto a echarse un farolazo de los buenos.
Muchas cosas, bas­tantes anécdotas se pueden contar de este gran personaje que deambula en un mundo misterioso; porque “Mil Amo­res” tiene su caminar cotidiano por las calles céntricas y por la tortillería “El Globo”.
Conózcalo, pero ojo, nunca le vaya a gritar ¡MOMIA!, por­que nuestra mamacita saldrá a relucir con letras de oro con un mensaje de primera calidad en materia de picardía de punta y de fuerte calibre. Si no lo cree, haga la prueba y tápese mejor los oídos. ¡Ah! eso sí, es muy ca­tólico, apostólico y romano, pues en su caminar por las calles de Teapa a cuanta imagen de la vir­gen de Guadalupe se encuentra desde las casas, se detiene y le hace los honores como todo buen creyente.

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