La gloria es para Chile. La vergüenza, para México: Fernando del Paso.
iempre he pensado que el trabajo de minero es un trabajo muy rudo, muy solo, muy arriesgado, es un trabajo para hombres con una mentalidad muy especial. No cualquier ser humano se mete cientos de metros bajo tierra, para realizar una actividad. Sin duda, es una de las profesiones más peligrosas del mundo. Por ello, la muestra de fortaleza, de fe y esperanza que tuvieron estos 33 mineros chilenos, al estar seguros que sus compañeros y su gobierno los iban a rescatar. Esta acción, deja un gran ejemplo para cualquier ser humano, en cualquier país del mundo.
Quiero confesarle mi estimado lector, que cuando observé el pasado martes 13 de octubre, la acción, en donde los mineros chilenos sacaban al primero de sus 33 compañeros atrapados en las entrañas de la tierra, salieron de mis ojos, en forma natural, unas lagrimas, al sentir un halo de esperanza que me permite creer, que no todo está perdido entre los seres humanos que habitamos este mundo.
Qué gusto tan especial, compartir con millones de seres humanos de todas partes del mundo, un acto de solidaridad, un acto de amor hacia el hermano de trabajo en desgracia. Cómo un pueblo unido con su gobierno y los empresarios, daban ejemplo al mundo del valor a la vida. En sus acciones de trabajo coordinado compartieron experiencias y esfuerzos, se reflejaba en todos ellos, un enorme entusiasmo y una gran ansiedad por rescatar lo más pronto posible, a sus hermanos atrapados. Como si quisieran sacar lo más rápido posible, el tesoro más valioso.
Los 33 mineros quedaron atrapados a 700 metros de profundidad desde el pasado día 5 de agosto, por un derrumbe en el yacimiento cuprífero y aurífero de San José, en Copiapó, en el norte de Chile. El día 22 de agosto, a través de una sonda que penetró hasta el refugio a una profundidad de 688 metros, llego una nota que decía: "Estamos bien en el refugio, los 33". Tras confirmarse que todos los mineros estaban vivos, Alejandro Bohn y Marcelo Kemeny, propietarios de la compañía Minera San Esteban, dueña del yacimiento San José, no regresaron al "campamento Esperanza".
Debo reconocer la fe, el liderazgo y la gran sensibilidad del presidente chileno. Un gobernante excelso en la adversidad. Puesto, sin titubeos, al servicio de 33 compatriotas que lo necesitaban en el peligroso trance. Tiene el pueblo chileno, el enorme privilegio de tener en su presidente Sebastián Piñera y en su distinguida esposa, -que estuvo a su lado en todo momento-, una pareja gobernante de gran calidad humana, los dos estuvieron permanentemente a lado de las familias dolientes. Cuanta sensibilidad para compartir las angustias y las enormes preocupaciones con las familias de sus mineros en esos momentos tan difíciles.
Salvar la vida de estos 33 mineros chilenos nunca fue objeto de titubeos. Los gastos de la operación "San Lorenzo", patrono de los mineros, se calcula en 22 millones de dólares. Tan solo el uso de la maquina SchraamT-130 que perforó 630 metros de profundidad costó 18 mil dólares diarios. La estatal corporación del cobre, la mayor productora de cobre del mundo desembolsó para esta operación unos 15 millones de dólares, lo que representa el 75 por ciento del monto total del rescate. Las mineras privadas Collahuasi, Escondida y Anglo American, entre otras, también financiaron equipos y dispusieron de expertos para rescate, con una aportación total de cinco millones de dólares. Mientras tanto, el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, anunciaba que el Gobierno haría todo lo posible por recuperar los recursos invertidos.
El presidente Sebastián Piñera afirmó: "No sé si va a haber los recursos necesarios para pagar todo lo que se ha gastado, pero todo lo que tengamos que hacer para recuperar en arcas fiscales lo que hemos gastado, lo vamos a hacer". Como finalmente se comprobó, valió la pena el esfuerzo al rescatar sanos y salvos a los 33 compatriotas atrapados en las entrañas del desierto. La vida humana no tenía precio.
Qué vergüenza y que desgracia que los mexicanos no podamos decir, ni sentir lo mismo. Es imposible olvidar la mezquindad de nuestro gobierno y de la Minera México, quienes obtienen las inmensas ganancias producto de la tremenda explotación de nuestros mineros mexicanos. Por eso coincido con la afirmación del obispo de Coahuila, don Raúl Vera, quien dijo: "El 20 de febrero de 2006, cuando ocurrió la explosión en la mina de Pasta de Conchos, propiedad de la Minera México, todos se unieron para no rescatar a los 65 mineros atrapados a tan solo 150 metros de profundidad. Y no sacaron los cuerpos porque si los encuentran juntos se demostrara que sí estaban vivos y no fueron rescatados".
Felicidades Chile, son un ejemplo para el mundo.
iempre he pensado que el trabajo de minero es un trabajo muy rudo, muy solo, muy arriesgado, es un trabajo para hombres con una mentalidad muy especial. No cualquier ser humano se mete cientos de metros bajo tierra, para realizar una actividad. Sin duda, es una de las profesiones más peligrosas del mundo. Por ello, la muestra de fortaleza, de fe y esperanza que tuvieron estos 33 mineros chilenos, al estar seguros que sus compañeros y su gobierno los iban a rescatar. Esta acción, deja un gran ejemplo para cualquier ser humano, en cualquier país del mundo.
Quiero confesarle mi estimado lector, que cuando observé el pasado martes 13 de octubre, la acción, en donde los mineros chilenos sacaban al primero de sus 33 compañeros atrapados en las entrañas de la tierra, salieron de mis ojos, en forma natural, unas lagrimas, al sentir un halo de esperanza que me permite creer, que no todo está perdido entre los seres humanos que habitamos este mundo.
Qué gusto tan especial, compartir con millones de seres humanos de todas partes del mundo, un acto de solidaridad, un acto de amor hacia el hermano de trabajo en desgracia. Cómo un pueblo unido con su gobierno y los empresarios, daban ejemplo al mundo del valor a la vida. En sus acciones de trabajo coordinado compartieron experiencias y esfuerzos, se reflejaba en todos ellos, un enorme entusiasmo y una gran ansiedad por rescatar lo más pronto posible, a sus hermanos atrapados. Como si quisieran sacar lo más rápido posible, el tesoro más valioso.
Los 33 mineros quedaron atrapados a 700 metros de profundidad desde el pasado día 5 de agosto, por un derrumbe en el yacimiento cuprífero y aurífero de San José, en Copiapó, en el norte de Chile. El día 22 de agosto, a través de una sonda que penetró hasta el refugio a una profundidad de 688 metros, llego una nota que decía: "Estamos bien en el refugio, los 33". Tras confirmarse que todos los mineros estaban vivos, Alejandro Bohn y Marcelo Kemeny, propietarios de la compañía Minera San Esteban, dueña del yacimiento San José, no regresaron al "campamento Esperanza".
Debo reconocer la fe, el liderazgo y la gran sensibilidad del presidente chileno. Un gobernante excelso en la adversidad. Puesto, sin titubeos, al servicio de 33 compatriotas que lo necesitaban en el peligroso trance. Tiene el pueblo chileno, el enorme privilegio de tener en su presidente Sebastián Piñera y en su distinguida esposa, -que estuvo a su lado en todo momento-, una pareja gobernante de gran calidad humana, los dos estuvieron permanentemente a lado de las familias dolientes. Cuanta sensibilidad para compartir las angustias y las enormes preocupaciones con las familias de sus mineros en esos momentos tan difíciles.
Salvar la vida de estos 33 mineros chilenos nunca fue objeto de titubeos. Los gastos de la operación "San Lorenzo", patrono de los mineros, se calcula en 22 millones de dólares. Tan solo el uso de la maquina SchraamT-130 que perforó 630 metros de profundidad costó 18 mil dólares diarios. La estatal corporación del cobre, la mayor productora de cobre del mundo desembolsó para esta operación unos 15 millones de dólares, lo que representa el 75 por ciento del monto total del rescate. Las mineras privadas Collahuasi, Escondida y Anglo American, entre otras, también financiaron equipos y dispusieron de expertos para rescate, con una aportación total de cinco millones de dólares. Mientras tanto, el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, anunciaba que el Gobierno haría todo lo posible por recuperar los recursos invertidos.
El presidente Sebastián Piñera afirmó: "No sé si va a haber los recursos necesarios para pagar todo lo que se ha gastado, pero todo lo que tengamos que hacer para recuperar en arcas fiscales lo que hemos gastado, lo vamos a hacer". Como finalmente se comprobó, valió la pena el esfuerzo al rescatar sanos y salvos a los 33 compatriotas atrapados en las entrañas del desierto. La vida humana no tenía precio.
Qué vergüenza y que desgracia que los mexicanos no podamos decir, ni sentir lo mismo. Es imposible olvidar la mezquindad de nuestro gobierno y de la Minera México, quienes obtienen las inmensas ganancias producto de la tremenda explotación de nuestros mineros mexicanos. Por eso coincido con la afirmación del obispo de Coahuila, don Raúl Vera, quien dijo: "El 20 de febrero de 2006, cuando ocurrió la explosión en la mina de Pasta de Conchos, propiedad de la Minera México, todos se unieron para no rescatar a los 65 mineros atrapados a tan solo 150 metros de profundidad. Y no sacaron los cuerpos porque si los encuentran juntos se demostrara que sí estaban vivos y no fueron rescatados".
Felicidades Chile, son un ejemplo para el mundo.
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