Por: Pedro Jiménez Torres
El taxista es una persona especial. Se requiere de muchas cosas para ser taxista aparte de poder estar sentado por horas y metiendo y sacando la palanca… de velocidades (no sean mal pensados), direccionales, paciencia para soportar un bolo, a un pasajero delicado, volantear con diestra manera, evitar chocar, viendo el espejo retrovisor, platicando con el pasajero, escuchar sus angustias o sus alegrías, sus rabias o sus lamentos. En el taxista se remarca la psicología que debe tener la persona que pretende serlo, porque para los usuarios son, en un momento dado, incluso, receptores-confesores de las particularidades de la vida de los pasajeros y sus problemas personales; o en su caso, se vuelven famosos por los chascarrillos que se han integrado a la cultura popular de la región de la sierra, de los populares taxistas que con el tiempo han aportado sus dichos al lenguaje cotidiano, como es el caso de la gente de mayor edad que aún pronuncia y siguen diciendo muchos teapanecos en su plática, cuando en un momento dado aparece por ocurrente, el famoso "¡ha de ser dijo paloma!"; o la respuesta del taxista a una pregunta boba de algún involuntario y potencial pasajero que pregunta, "¿va a la estación?", a lo que le responde el del volante: ¡ah no! ¡Si he de ir a México! ¡Súbase!
O aquello tan popular de que "me fui con calzón (Alfonso Rodríguez) y regresé con curso (Gonzalo Córdoba)".
Esto es lo que se escucha en la jerga taxista, un lenguaje especial que se maneja entre los amigos del volante. El recuerdo de don Fernando Roca, un taxista a mi juicio que nació para este oficio por su gentileza y su gusto para manejar, fue a tal punto el típico taxista, que aún a su edad avanzada quería seguir atrás del volante hasta que le pidieron con todo respeto que por seguridad personal y de los demás, dejara ya el lugar a otro. Uno de los pioneros del taxismo teapaneco, don Fernando Roca. Y si hablar de taxistas se trata, no podemos olvidar por honor a su propio apodo, del famoso "Carita"(Miguel Rodríguez Rodríguez), que tenía una fama acorde con un apodo que era la envidia de muchos y que dicen los mismos compañeros, hacía honor al mismo. Pero falta don Malacate (Juan Carlos Rabanales), un personaje de la vieja guardia que vivió por el rumbo de la Adelor D. Sala; Macabil (Miguel Velásquez) o Santiago Doporto, "El Chino". Y bueno, tenemos una larga y entusiasta lista de los hombres que se han dedicado al oficio donde más se conoce uno los recovecos del sancho, las mujeres enamoradas, los piropos de todos los días, los rumbos desconocidos del amor prohibido. Y hablando del tema, pues hay que cuidarse por si las dudas de los amigos taxistas porque eso de que "cría fama y acuéstate a dormir", como que no funciona en todos los amigos del volante. Mentirían si alguien que ha trabajado como taxista niega que haya tenido una aventura o le haya gustado una mujer en un momento dado. ¿Cuántas cosas sabe un taxista de nosotros? Pues aunque no lo crea, sabe más que nosotros mismos. ¿Quiere saber con quién lo sancha su mujer? ¡Pregúntele a un taxista! Porque, ¡puede ser el mismo sanchador!
Los taxistas pues, tienen su fama pues el mismo oficio induce a eso aunque no quiera el más santo y sabático chofer. Es el oficio de la tentación diría Mister Orgasmo que trabaja en estos menesteres del volante. Aparte de ser un escucha de problemas y conocedor de mil historias, de amoríos fatales y traiciones, de parrandas y de farras, para muchos el taxista es el "mil amores", el desmadrozo, el que tiene queridas por todas partes, el Juan Camaney, el mil usos (echa gasolina, va al taller, paga la cuota, ayuda con los bultos al pasaje, advierte, precavido…) y no lo bajan principalmente(no a todos por supuesto), de ser un mujeriego nato al servicio de las damas que con el verbo que tienen caen porque caen. ¿O no amigos taxistas? Lo que se pregunta uno es qué es lo que impele a ser taxista profesional y se vuelva famoso, o sea bautizado con un apodo que no se quitará toda la vida.
En fin, amigos del volante de Teapa en su aniversario 61, a como dijo Carlos Marx, en su Manifiesto Comunista, ¡Taxistas de Teapa! ¡Uníos! Y nosotros, pobres pasajeros, ¡cuidemos a nuestras viejas! Y ya me voy, porque, ¡Ahí vienen los taxistas
No hay comentarios.:
Publicar un comentario