Soberbia, fracturas internas y falta de liderazgo marcarán la elección de 2015

Ningún partido en Tabasco enfrentará el proceso electoral intermedio para renovar alcaldías y diputaciones en condiciones favorables

Los “grandes” se debaten entre la disputa de intereses y la amenaza de escisión, mientras “la chiquillada” baraja sus opciones de alianzas

Ernesto Sanabria A.
Con un priismo fracturado, sin brújula y sin liderazgo, un perredismo que se siente ajeno al poder y se preocupa más por la segregación de sus bases que por la renovación de su dirigencia, una fuerza política emergente que no alcanza a cuajar, un panismo diluido por la traición y al borde del colapso, y una minoría que apenas puede ser comparsa del carnaval legislativo, las fuerzas políticas en Tabasco están inmersas en una lucha intestina que les impide vislumbrar con expectativas favorables el proceso electoral intermedio del año próximo.

El ex partidazo, sin liderazgo sólido
La voluntad popular que abofeteó hace un año y medio a la soberbia estructura priista aún tiene aturdidos a sus principales cuadros que no terminan de procesar su circunstancia inédita y actúan con base en su percepción distorsionada de la realidad.
La disputa por la dirigencia estatal dejó muertos insepultos y el ganador eventual despilfarró su efímero capital político cegado por la ambición y ensordecido por el canto de las sirenas, al grado de querer abarcarlo todo y no compartir la ganancia; y por si fuera poco, envalentonado con su meteórico ascenso a las esferas del poder, tasó con vara alta su permanencia en el cargo, apostando al desgaste del gobierno para capitalizar votos que permitan a su partido recuperar las alcaldías perdidas y el control del Legislativo.
Para la cúpula, la ecuación parece correcta, sólo que hay una variable no incluida en esta fórmula que podría errar el resultado esperado. Y es que al no haber guía máximo que trace una línea recta a seguir, la militancia se mueve en círculos y los aspirantes caminan por donde más le acomode, de tal manera que en los municipios pululan por doquier (y como nunca antes) precandidatos a alcaldes y diputados sin freno alguno, confiados en que esta vez tendrán la mejor oportunidad de llegar a la meta. El resultado de este cálculo diferencial es previsible.
Por otra parte, hay un gran sector del priismo y sus aliados que orienta sus mayores esfuerzos a poner piedras en el camino del gobernador, le apuestan al descarrilamiento de su gabinete interpretando dolosamente una percepción distorsionada de la realidad. De otra manera no se entiende por qué sus distinguidos cuadros se erigen hoy en adalides de la transparencia y del Estado de Derecho, cuando en el pasado reciente no movieron un solo dedo por defender a los ciudadanos de la depredación oficial.
La estrategia es evidente: revolver el río, atizar el fuego, crear conflictos, azuzar a los sectores productivos, generar rumores, sembrar el descontento social, pagar a la prensa antes oficiosa y ahora crítica para engordar el caldo; en síntesis, utilizar la fórmula mezquina de hacer todo lo que esté a su alcance para que al gobierno le vaya mal y así el pueblo le cobre la factura en los próximos comicios. Esa es la gran apuesta del PRI y sus aliados, con miras al proceso de 2015.

Entre el amarillo y el oscuro
El perredismo y las izquierdas que gravitan en torno a él tampoco las tienen todas consigo. Mientras en el PRI ya solventaron, bien o mal, el escollo de la renovación de su comité estatal, en el PRD apenas se están adentrando en ese proceso y el panorama luce harto complicado, pues se conoce de sobra la intensidad de la lucha en que se enfrascan sus tribus, que en esta ocasión tiene el aderezo de los intereses creados en la cúpula del poder Ejecutivo.
En sentido inverso a la acera de enfrente, los perredistas siempre tuvieron plena libertad para moverse a sus anchas y tejer alianzas entre grupos afines de acuerdo a las circunstancias y sin el freno de la Quinta Grijalva; no obstante, ahora tendrán que luchar contracorriente para superar al “delfín” oficial y a los abanderados de las corrientes internas antagónicas. Los pronósticos de esta guerra serán reservados.
Pero ese no es el mayor de los problemas que enfrenta el sol azteca, más bien es el menor de ellos. El verdadero dolor de cabeza es la desbandada de militantes y el consecuente debilitamiento de su estructura en cuanto el Movimiento de Regeneración Nacional obtenga su registro como partido, si es que lo consigue antes del proceso.
El juicio popular asegura que hay muchos morenos con piel amarilla y aún no se abren públicamente hasta contar con algo seguro. Aunque ya se dio el caso de un senador que se alineó a las filas de la nueva organización andresmanuelista, se espera que con el paso de los meses lo secunden varios legisladores y alcaldes, amén de innumerables aspirantes hoy perredistas que esperan el momento oportuno para cambiar de color.
Según estimaciones de analistas políticos, en Tabasco el 80 por ciento de los perredistas son andresmanuelistas y es lógico creer que los principales activos de Morena están (o estaban) en el PRD y no en los ciudadanos apartidistas o en militantes de otros partidos. De tal manera que si en las elecciones de 2015 esta nomenclatura ya aparece en las boletas, el escenario para el PRD podría ser desastroso, ya que podría pasar del primer lugar en las preferencias hasta un humillante tercer puesto, como ocurrió al PAN en el proceso federal reciente.
Pero hay una carta fuerte que podría salvar al solaztequismo del colapso: los representantes de Morena en el estado no gozan de las mejores simpatías ciudadanas. Es digno de reconocer su cercanía con el líder máximo, su esfuerzo en el trabajo político y su lealtad a prueba de todo. Pero también es justo reconocer que su radicalismo en poco ayuda a seducir ciudadanos que traduzcan su simpatía en votos.

Los azules y la chiquillada
Las expectativas del blanquiazul no son nada favorables. Después de ostentar dos alcaldías y tres diputaciones en el trienio anterior, hoy están prácticamente en cero. Si bien inició esta Legislatura con dos representantes, la traición y las malas artes priistas dejaron a este partido con un solo miembro, aguerrido y crítico pero inexperto en lides políticas.
Poco se puede agregar del PAN en Tabasco, si acaso destacar la remota posibilidad de que acceda al poder como tercero en discordia en dos municipios: Jalpa de Méndez y Centla, pues sus dos anteriores cotos de poder (Balancán y Emiliano Zapata), hoy en manos del PRI, ya no representan influencia alguna y en los municipios restantes prácticamente no tienen cuadros ni bases y, por consecuencia, ni posibilidades de ganar.
De los otros institutos políticos: PVEM, Nueva Alianza, PT y Movimiento Ciudadano, casi nada se puede esperar, más que verlos nuevamente como accionistas minoritarios de los grandes partidos. La única variable es, tanto para el bando tricolor como para el amarillo, que pierdan a sus satélites.
En el caso de Nueva Alianza, se espera que siga un camino alejado del PRI, agraviado por el encarcelamiento de su fundadora y otrora poderosa lideresa nacional del magisterio. En cuanto a PT y MC, la disyuntiva está en refrendar su alianza con el PRD o recargarse en la fuerza emergente de Morena.

Con estas perspectivas, el panorama político en Tabasco para el año próximo luce harto complejo, pues la inédita reconfiguración del poder, el divisionismo partidista y las pugnas entre grupos y tribus pondrán nuevos factores que beneficiarán a quienes sepan capitalizarlos y perjudicarán en gran medida a los que enfrenten la elección de 2015 aplicando las viejas fórmulas que hoy día son totalmente obsoletas.  

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