¿EL MAGISTERIO COMO VOCACIÓN O COMO MODUS VIVENDI?

José Luis Pérez Rebolledo

La primera vez que se celebró en México el Día del Maestro fue en 1918 siendo Presidente de la República don Venustiano Carranza. El motivo por el cual se instituyó esa fecha, el 15 de Mayo como Día del Maestro, fue para agradecer a los mentores de aquellos tiempos la enorme labor que hacían en educar a la niñez mexicana, en aquellos días en que los maestros no eran bien pagados, casi no habían escuelas, no habían carreteras, no habían cuadernos, no habían libros gratuitos, no habían casas para maestros, no habían los modernos medios pedagógicos, no había comida, no había casi nada. En esos tiempos la mayor parte de la niñez mexicana se encontraba en el medio rural o en pueblitos apenas formado por unas cuantas personas. Y ante este panorama uno se pregunta, ¿cómo es que estos maestros se animaban a meterse en lo intrincado de la serranía o en pueblitos alejados para enseñar? Hoy en día todo está comunicado. 
Y la respuesta es sencilla, la diferencia entre los “Maestros de Antes y los Maestros de Hoy” era: la vocación. Vocación es una palabra que proviene del término latino “vocare”, que quiere decir, nacido para. Esto en la práctica, en la realidad, se traducía como el amor que sentían por enseñar a los niños sus primeras letras, el amor que sentían por transmitirle a las nuevas generaciones sus conocimientos, el amor y la satisfacción que sentían como propia cuando veían a uno de sus alumnos convertidos en abogados, maestros, médicos, ingenieros, escritores. Ellos se sentían como el cimiento, la base del desarrollo y el progreso de los pueblos. En aquellos tiempos el maestro en una comunidad era el líder, el médico, el consejero, el guía, el modelo de moralidad, el hombre más educado de su sociedad, el ejemplo a seguir. Todo eso lo daba la vocación, la convicción interna e inamovible que el maestro sentía de haber nacido para eso. Y en eso encontraba su realización, su felicidad, el sentido de su vida. 
Hoy en día aquel amor, aquella mística educacional ya desapareció, para dar paso a una mentalidad más pragmática y así inaugurar la época del  magisterio como: modus vivendi.  Dentro de esta nueva forma de concebir la educación, de percibir la enseñanza, los valores tradicionales que distinguían al maestro ya no son funcionales, “ya son obsoletos”; como dicen ahora las nuevas generaciones, “ya chafiaron”. 
Ahora lo que importan son las quincenas, el biyullo, los puestos sindicales que uno puede conseguir, los escaños de la carrera magisterial, el aplauso fácil, los dobles sueldos, los puestos políticos ya sea de diputado, presidente municipal, senador, una secretaría o una dirección municipal, bueno,  ya de perdis una pista de aterrizaje como aviador en la nómina de cualquier ayuntamiento. Eso es lo que importa, la marmaja, el money, el cash. ¿Y los alumnos?, ¿Y la enseñanza? “Esos están bien ahí, en los salones de clases como manadas de gentes que sólo sirven para las estadísticas, si aprenden bien y si no también, ese no es mi problema, a mí lo que me importa es que cada quincena caiga la marmaja, los billetes para reventarme unas bien frías en el Río Rosa, La Casona, El Cristal, Josgay, La Conquista o cualquier cantina. ¡Ah su, en la Casona llegan buenas chicas y bailan restregándose en el tubo, tubo, ea, ea, moviendo el cuerpecito, moviendo el culito! El kuliqui taca, racatacatacatum…”
Esta mentalidad del modus vivendi, del quincenalismo, ha hecho que el maestro no se sienta comprometido con la enseñanza, que haya perdido vocación,  es por eso que hoy en día el maestro ya no quiere quedarse en la comunidad, ya no quiere comer los frijolitos y huevitos que le puedan ofrecer, ya quiere pura comida de Chedraui o de Waltmart, de Plaza las Américas, Altabrisa, mínimo unos tacos de malaca, un consomé de camarón o unos tacos del “Norteño” con su caldito para la cruda. 
¿Y las chicas? No se diga, estás chamacas de la secundaria o de la prepa o el CBTA cómo se te pegan cuando estás en el escritorio, ya crecieron las condenadas, ya están buenas, ya están de corte, aah su, qué buena se puso Marisela, ya la viste, está como para chuparle todos los huesitos y todo lo que termine en ito. Y dicen que es jaladora, que le entra a todo, vamos a invitarle unas chirris en el carro y nos la llevamos por ahí, esas chamacas son reventonas y ven pa´ca, presta para la orquesta, lo que se han de comer los gusanos mejor que se lo coman los humanos, pero no se lo vayas a decir a tu papá, así podemos irnos a rolar cuando quieras, nada más mándeme un mensaje por el cel y listo, ¡QUÉ VIVA EL REVENTON, EL DESMOCHE! “Ahorita te aclaro que el tierno se fue, pienso en desnudarte, y te la voy a pasar por tu pecho, tu espalda y hacer que grites mi nombre una y otra vez….detenerme en medio y me des una maaa…nera distinta de querer….tomaré tu cintura y te daré por detrás…de tu cuello, mientras gravo un video con mi celular…”
¿Maestro por vocación o por accidente, maestro por vocación o por modus vivendi? Esa es la disyuntiva, la gran tragedia de la educación, por eso estamos en los últimos lugares de aprovechamiento en México. Tan sólo Emilio Chuayfet, Secretario de Educación, dio a conocer que hay más de 26 mil aviadores en las nóminas magisteriales en México. Es como para ponerse a pensar no, o ¿usted que creé?  

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