Plataneros envenenan a la población y los diputados verdes defienden animales

La riqueza que genera el cultivo de plátano es tan grande que minimiza el valor de la salud y la vida de las personas afectadas por los fungicidas


Con más de dos mil millones de pesos en ventas anuales y una superficie cultivada de 10 mil 506 hectáreas, de las cuales el 62 por ciento (6,385 has) se encuentra en territorio teapaneco, el plátano es hoy por hoy el cultivo más rentable de Tabasco, pero también el que genera más impacto en la salud de la población, ante la apatía de las autoridades ambientales y la complacencia de los diputados que dicen representar los intereses del pueblo.
Después del petróleo, el llamado “oro verde” es el mayor generador de riqueza en la entidad inclusive por encima del cacao, producto originario de estas latitudes que en décadas pasadas era el principal sustento de la economía tabasqueña y hoy día languidece ante la embestida de las plagas y el envejecimiento de las plantaciones.
No obstante, al igual que la industria petrolera que causó graves daños en el entorno natural y en la salud de los habitantes de comunidades aledañas a instalaciones de Pemex, la explotación del plátano ha alcanzado niveles de irracionalidad con el uso intensivo de agroquímicos en aras de elevar la productividad y en detrimento de la calidad de vida de la población.
De acuerdo al Anuario Estadístico 2015 del INEGI, en el ciclo agrícola 2014 la producción de plátano en Tabasco fue de  541 mil 986 toneladas, con un valor en el mercado de 2 mil 133 millones 356 mil pesos, de los cuales un mil 695 millones 645 mil pesos correspondieron a la cosecha de las fincas de Teapa, por mucho el municipio con mayor generación de divisas agropecuarias en el estado.
En un lejano segundo lugar en producción de plátano se ubica Tacotalpa, con 143 millones 584 mil pesos y en tercer lugar Cunduacán, con  107 millones 670 mil pesos; mientras que en otros cultivos el mayor generador de recursos es  la caña de azúcar, con 979 millones 477 mil pesos; y el cacao, con  615 millones 465 mil pesos.
Para alcanzar esta productividad, luego del desplome de la producción en la década de los años 90 a causa de las plagas, principalmente la sigatoka negra, que se volvió resistente a los fungicidas sistémicos, se desarrollaron técnicas de fumigación con fungicidas protectantes, más efectivos para las plagas pero también más agresivos para la población.
Un paso importante en la reducción del impacto en la salud de la población a causa de la aeroaspersión fue la utilización de bandereo electrónico en las avionetas para brindar mayor precisión en el proceso de fumigación, ya que opera a través de la geo referenciación satelital y ello redunda en un menor daño al medio ambiente. Lamentablemente, es una técnica costosa que muy pocos productores están dispuestos a erogar.
Y es ahí donde se nota la ausencia las autoridades para regular esta actividad que se realiza con absoluta impunidad, sin que nadie intervenga para frenar el abuso de productos químicos en la actividad agropecuaria, con el afán de frenar las plagas y elevar las ganancias.
Estudios recientes revelan que en el estado y particularmente en la región serrana se ha incrementado la incidencia de cáncer en edad temprana y esterilidad en hombres y mujeres, sin que hasta la fecha se hayan realizado (o si se hicieron, que se hayan dado a conocer) investigaciones de campo para determinar las causas de estos padecimientos, que casualmente son más frecuentes en las zonas donde se asientan las fincas bananeras.
Lo contradictorio de esta problemática ambiental y de salud es que los dos diputados oriundos del municipio bananero, Manlio Beltrán Ramos e Hilda Santos Padrón, ambos del Partido Verde Ecologista de México, dedican su tiempo a debatir sobre temas ajenos al interés de la población a la que dicen representar, como el caso que aquí se está exponiendo.
No se necesita ser un experto en salud ni en materia ambiental para corroborar el grave daño que provocan a la salud humana los agroquímicos que vierten las avionetas sobre las fincas plataneras, basta con permanecer en los alrededores o pasar sobre la carretera justo cuando están fumigando, para percibir el olor penetrante que ingresa al organismo por las vías respiratorias y sentir a los pocos minutos fuertes dolores de cabeza, mareos y malestar general.
Bajo esta grave situación que padecen tanto los trabajadores del campo como sus familias y de manera general quienes viven en las cercanías y por consiguiente están expuestos permanentemente a los efectos contaminantes de las sustancias químicas que se utilizan para fumigar las plantaciones de plátano, es urgente tomar medidas drásticas y elevar la voz en la máxima tribuna del estado para que los responsables atiendan las demandas de quienes resultan afectados, pues ninguna riqueza económica podrá ser equiparable con la salud y la vida de un ser humano.  

Publicado en el Diario Presente.

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Lo contradictorio de esta problemática ambiental y de salud es que los dos diputados oriundos del municipio bananero, Manlio Beltrán Ramos e Hilda Santos Padrón, ambos del Partido Verde Ecologista de México, dedican su tiempo a debatir sobre temas ajenos al interés de la población a la que dicen representar, como el caso que aquí se está exponiendo.
El legislador por el distrito XXI está enfrascado en una lucha de tribuna con la bancada del PRD, protestando por la mortandad de animales en el Yumká y exigiendo la comparecencia de la directora de ese parque, Cristell Pérez Arévalo; mientras que su correligionaria plurinominal Hilda Santos Padrón, enfoca sus esfuerzos en echar abajo la ley del ISSET y de paso auto-exonerarse de culpas por su responsabilidad al frente de esa dependencia que hoy día se encuentra al borde de la quiebra.  

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