Eugenio Aguilar Hernández
Siempre atento, seguro tras el mostrador de su tlapalería, don Trino Martínez orienta certeramente cuando el cliente duda o pregunta acerca del material que necesita para alguna reparación en casa o con relación a algún asunto de albañilería. Ni modo que no sepa: De los 74 años de edad que dice tener, 62 los ha dedicado al mismo ramo de toda su vida, 49 de los cuales corresponden a la atención de la empresa que él mismo fundó, El Tornillo de Oro, el cual se convirtió en un referente de todo aquel que en alguna ocasión ha tenido que comprar ora sí que desde un tornillo hasta alguna máquina o materiales relacionados con la construcción. La tienda la inauguró, bien surtida de todo a todo, con una inversión inicial de 20 mil pesos; diga usted si hoy se podría hacer algo semejante.
Rafael Trinidad Martínez Sánchez, como es su nombre completo, es alguien que se precia de ser un hombre de trabajo y además honesto, asegura, al afirmar que desde el 12 de octubre del 68, año en que estableció su negocio sobre la calle Ramón Medina, nunca le ha cambiado el nombre o razón social. “Vemos que existen muchas empresas que recurren a ciertos artilugios legales principalmente para evadir impuestos. Por mi parte soy de la idea de estar siempre derecho aunque con los que estamos en regla es donde las autoridades se encajan más; de hecho las excesivas disposiciones fiscales tienden a dificultar cada vez en mayor grado el funcionamiento de los pequeños negocios”.
Efectivamente la vida de nuestro entrevistado es una historia de trabajo y perseverancia. Pero dejemos que él nos la cuente: “Cuando tenía 12 años empecé a trabajar como ayudante en una tlapalería que ya no existe, la Casa Carrera, propiedad de don José Carrera. Vas a ver que este señor me pagaba un peso el trabajo de un día, y bien que me lo hacía desquitar. Dos años después me cambié a trabajar con don Pantaleón Incháustegui, el de la miscelánea, y este me daba dos pesos diarios; tú dirás qué bárbaro ya ganabas el doble pero aún así ese salario era demasiado bajo para su época, en el tiempo que trabajé con él nunca supe de poderme tomarme una coca, ir al cine, además que era un patrón duro, desconfiado, muy difícil aparte de mala paga igual que el otro, en ese tiempo también trabajaban para él don Jesús Córdova, el de Funerales Córdova, y Chicote el distribuidor de Balseca en Teapa”.
Al ir soltando las palabras, en la cara de don Trino se ve que el recuerdo de aquellos patrones no le producen una inmensa alegría que digamos; pero su expresión se torna más positiva cuando habla de la tercera y última persona para quien trabajó, don Francisco Mollinedo Aguilar, propietario entonces de la antigua ferretería “La Central”:
“Don Pancho me ofreció de entrada un salario de 20 pesos diarios, oye qué diferencia la verdad que mi respeto para ese hombre que me apoyó desde el principio de una manera tan generosa, siempre le he estado agradecido primeramente a Dios a él y a mi hermano Alfonso por el apoyo tan grande que tuve de ellos. De hecho, don Pancho después me regaló la mayoría del material con que construí mi casa, hasta la taza del baño me dio”.
El propietario de El Tornillo de Oro dice ser un hombre agradecido con Dios que cuenta con el apoyo de su querida esposa, la señora Marta Elena Díaz Bastar con quien casó en 1973 y junto a quien formó una bonita familia. Y se avienta una frase que vale la pena retomar: “Para mí la vida es algo precioso que Dios nos ha regalado, y aunque muchos dicen que es muy dura nadie se quiere morir”.
Como era de esperarse, don Trino lamenta que durante los últimos años las ventas van de mal en peor: “Se da el caso de que clientes que antes venían a comprar materiales de construcción para trabajar, ahora solo vienen a preguntarme si no sé de alguna chambita por ahí. Y eso que yo gracias a Dios no pago renta porque estas están carísimas en Teapa, yo sinceramente pienso que muchos abusan con el cobro de sus locales, especialmente por el área del merado público están más caros aún que en Villahermosa”.
Con el correr del tiempo el propietario del Tornillo de Oro aprendió más de herramientas y de materiales, pero obligadamente también se convirtió en una persona más reflexiva, como suele suceder cuando las dificultades se vuelven crónicas y complejas y hay la voluntad de resolverlas. Consciente de los enormes rezagos en que se ha estancado el país, a diferencia de la época en que comenzó su negocio, señala que uno de los orígenes de tanto mal es eso de que las autoridades acostumbren repartir despensas y limosnas a los ciudadanos, esto no hace más que provocar que la gente se vuelva perezosa y mañosa; esto es precisamente lo que busca el gobierno y a la gente eso es lo que le encanta, pero así no dan de cuenta o no tienen ánimos de protestar por los malos manejos de los recursos públicos.
Y advierte, en palabras que finalmente valen la pena considerar: “Hoy está de moda hacer escándalo porque Trump va a echar fuera de su país a todos los inmigrantes ilegales de México, con esto el gobierno tiene entretenidos a todos pero en lugar de buscar culpables en el extranjero las autoridades deberían estar pensando la manera de ponerlos a trabajar en su propia tierra, que es como debería ser, ya veremos si no se levanta este país”.
Sin duda un ejemplo de un buen teapaneco
ResponderBorrar