Teapa comienza con un gran reto, detener el empoderamiento de la delincuencia organizada y la ola de terror que estos han impuesto por todo su territorio.
La confirmación de esta embestida hacia la sociedad teapaneca, por parte de los grupos delictivos que ahora asolan al municipio, es el secuestro del empresario platanero Ezequiel Contreras Martínez de Escobar, acontecido semanas atrás; así como la negativa a liberarlo ante la incapacidad financiera de su familia, para poder cubrir la demanda económica hecha por sus captores. De ahí en adelante, la psicosis social se ha apoderado de todo el pueblo.
Por las calles, en cada rincón de esquina, en cada banqueta el tema es la incertidumbre; entre los empresarios la zozobra los mantiene en vigilia, siempre expectantes y temerosos por lo que le pueda pasar a sus seres queridos.
Sin embargo, a esa zozobra ciudadana se le suma la preocupación porque las fuerzas de seguridad pública han sido incapaz de poder aplicar una estrategia que inhiba la proliferación de la inseguridad, no solo ante los grupos altamente sofisticados y organizados dedicados a delitos del fuero común como el secuestro, al contrabando a gran escala de armas, estupefacientes y seres humanos; sino, ante el crecimiento indiscriminado de sub grupos de pandilleros y narcomenudistas que hoy se pasean a toda luz por las calles y que por las noches han convertido en todo un Bronx a esta localidad. El cambio ha sido radical; es más, muchos son lo que comentan que en Teapa nunca se habían dado esas cosas.
Mientras tanto, el temor y la angustia cotidiana crece, porque la ola de delitos de esa naturaleza no se detiene, al grado que en muchos hogares se reciben llamadas telefónicas amenazantes, con datos muy precisos sobre las familias, información como nombres y número de quienes la integran, su tipo y estilo de vida e incluso, hasta quiénes se encuentran en tal o cual horario.
Lo increíbles es que la delincuencia organizada no apareció de la noche a la mañana, hay que recordar que hace un año, la hija del empresario Juan José León Ríos, fue secuestrada a campo traviesa y a plena luz del día, pagándose en aquel entonces por Adriana León Rosales dicen Tres millones de pesos.
A partir de ese hecho delictivo, se inició esta era de incertidumbre; pero, que pasó desapercibido por las autoridades federales y estatales, incapaces de percibirlo y actuar en consecuencia, asiendo presencia en toda zona serrana y por supuesto con la colindante con el vecino estado de Chiapas.
Ciertamente, es estos dos casos no son los únicos – el de Ezequiel y Adriana-; pero, son la muestra de cómo el municipio ha perdido su estatus de ser una sociedad de buenos amigos y vecinos. Una vida trastocada con el rostro de la maldad del crimen organizado.
Es más, desde ahora, la vieja y la nueva generación, ven venir un futuro en donde la confusión y el miedo reinarán, ante el imperio de quienes viven al margen de la ley.
Sin embargo, en esta lucha por no ceder espacios, la ciudadanía también tiene responsabilidades; por supuesto, a ella le corresponde defender sus hogares, rescatando e imponiendo los valores entre quienes la integran, impidiendo que los jóvenes consuman drogas; por al no haber consumo, entonces el mercado se la acaba a los grupos que la venden.
Por supuesto, que todavía hay tiempo para detener el deterioro social, pero se requiere la voluntad de las autoridades y el compromiso social. Teapa siempre ha sido un pueblo de fortaleza, hay quienes recuerdan cuando Don Carlos Madrazo Becerra colgó por los huevos y enterró vivos a los asesinaban de tras de una matas de cacao, en la época de Tomás Garrido. Hoy en el 2011, lo que debe procurarse es el imperio de la Ley.
Hoy caminar por Teapa ya no es lo mismo. Antes quienes lo visitaban se llevaban recuerdos de la calidez de su gente y un buen queso de puerco, ahora quienes por despistado lo hacen, se llevan solo un olor a tristeza, a miedo. ¿Hasta cuándo?.
La confirmación de esta embestida hacia la sociedad teapaneca, por parte de los grupos delictivos que ahora asolan al municipio, es el secuestro del empresario platanero Ezequiel Contreras Martínez de Escobar, acontecido semanas atrás; así como la negativa a liberarlo ante la incapacidad financiera de su familia, para poder cubrir la demanda económica hecha por sus captores. De ahí en adelante, la psicosis social se ha apoderado de todo el pueblo.
Por las calles, en cada rincón de esquina, en cada banqueta el tema es la incertidumbre; entre los empresarios la zozobra los mantiene en vigilia, siempre expectantes y temerosos por lo que le pueda pasar a sus seres queridos.
Sin embargo, a esa zozobra ciudadana se le suma la preocupación porque las fuerzas de seguridad pública han sido incapaz de poder aplicar una estrategia que inhiba la proliferación de la inseguridad, no solo ante los grupos altamente sofisticados y organizados dedicados a delitos del fuero común como el secuestro, al contrabando a gran escala de armas, estupefacientes y seres humanos; sino, ante el crecimiento indiscriminado de sub grupos de pandilleros y narcomenudistas que hoy se pasean a toda luz por las calles y que por las noches han convertido en todo un Bronx a esta localidad. El cambio ha sido radical; es más, muchos son lo que comentan que en Teapa nunca se habían dado esas cosas.
Mientras tanto, el temor y la angustia cotidiana crece, porque la ola de delitos de esa naturaleza no se detiene, al grado que en muchos hogares se reciben llamadas telefónicas amenazantes, con datos muy precisos sobre las familias, información como nombres y número de quienes la integran, su tipo y estilo de vida e incluso, hasta quiénes se encuentran en tal o cual horario.
Lo increíbles es que la delincuencia organizada no apareció de la noche a la mañana, hay que recordar que hace un año, la hija del empresario Juan José León Ríos, fue secuestrada a campo traviesa y a plena luz del día, pagándose en aquel entonces por Adriana León Rosales dicen Tres millones de pesos.
A partir de ese hecho delictivo, se inició esta era de incertidumbre; pero, que pasó desapercibido por las autoridades federales y estatales, incapaces de percibirlo y actuar en consecuencia, asiendo presencia en toda zona serrana y por supuesto con la colindante con el vecino estado de Chiapas.
Ciertamente, es estos dos casos no son los únicos – el de Ezequiel y Adriana-; pero, son la muestra de cómo el municipio ha perdido su estatus de ser una sociedad de buenos amigos y vecinos. Una vida trastocada con el rostro de la maldad del crimen organizado.
Es más, desde ahora, la vieja y la nueva generación, ven venir un futuro en donde la confusión y el miedo reinarán, ante el imperio de quienes viven al margen de la ley.
Sin embargo, en esta lucha por no ceder espacios, la ciudadanía también tiene responsabilidades; por supuesto, a ella le corresponde defender sus hogares, rescatando e imponiendo los valores entre quienes la integran, impidiendo que los jóvenes consuman drogas; por al no haber consumo, entonces el mercado se la acaba a los grupos que la venden.
Por supuesto, que todavía hay tiempo para detener el deterioro social, pero se requiere la voluntad de las autoridades y el compromiso social. Teapa siempre ha sido un pueblo de fortaleza, hay quienes recuerdan cuando Don Carlos Madrazo Becerra colgó por los huevos y enterró vivos a los asesinaban de tras de una matas de cacao, en la época de Tomás Garrido. Hoy en el 2011, lo que debe procurarse es el imperio de la Ley.
Hoy caminar por Teapa ya no es lo mismo. Antes quienes lo visitaban se llevaban recuerdos de la calidez de su gente y un buen queso de puerco, ahora quienes por despistado lo hacen, se llevan solo un olor a tristeza, a miedo. ¿Hasta cuándo?.
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