La justicia se esquiva, a dos años del asesinato de los niños de Tapijulapa

La madre de tres infantes aún llora la dolorosa pérdida; y ante la liberación de los responsables, denuncia que para los pobres no hay justicia


Daniel Becerra Conde 

TACOTALPA, TAB.- “De los niños es el reino de los Cielos”. Con esta bíblica frase (Mateo 19:14) rubricada en letras grandes sobre un pequeño altar, doña Teresa Álvarez Pérez recuerda a sus tres menores hijos asesinados hace ya dos años, mientras el desconsuelo embarga su corazón al saber que los asesinos se encuentran gozando de libertad.
En vísperas del Día del Niño, en plena conmemoración de la Pasión de Cristo, esta humilde mujer de 39 años aún llora la trágica muerte de sus pequeños Blanca Elena, Gustavo Adolfo y Jesús Alberto Gutiérrez Álvarez, de 10, 8 y 7 años de edad, y teme también perder a su esposo, Gustavo Gutiérrez Gómez, quien ha intentado suicidarse cada vez que el alcohol obnubila su mente, tratando de sobrellevar la pena que lo embarga.
TRIBUNA DE TABASCO acudió a la colonia Villa Luz, una pequeña comunidad marginada en las cercanías de la villa Tapijulapa, donde no hay drenaje ni agua potable y sus casi 200 habitantes tienen que caminar 4.5 kilómetros, atravesar un puente colgante de más de 50 metros, subir y descender peligrosas escalinatas para llegar a la “civilización” donde se abastecen de víveres.
En el domicilio de doña Teresa, como el de toda la comunidad, predominan la pobreza y la desesperanza. En un rincón de su vivienda hay un altar con una foto donde aparecen sus tres hijos y su amiguito Paulino Vázquez Martínez, también asesinado el 24 de abril de 2012 junto con los pequeñitos.
Rodeado de veladoras, imágenes religiosas y una leyenda que dice “De los niños es el reino de los cielos”, el altar es un santuario donde la familia encuentra un pequeño remanso de paz al saber que los angelitos ya no están sufriendo en este mundo cruel.
La casa de madera está en silencio y luce vacía. La afligida madre llora sin consuelo cuando comparte con TRIBUNA el dolor que oprime su pecho al recordar los lugares donde los veía jugar por las tardes y en los fines de semana que no iban a la escuela.
“Es lo único que me queda de ellos, el recuerdo. Ellos viven en mi mente y en mi corazón, aunque ese recuerdo es muy doloroso y aunque pase el tiempo jamás podré superarlo, porque con ellos se fue una parte de mí”, comenta.
Sobre la liberación de tres presuntos asesinos en diciembre del año pasado: los jóvenes Daniel Gómez Gómez, José Manuel Gutiérrez Vázquez y Manuel Martínez Méndez, por falta de pruebas contundentes en su contra, Teresa Álvarez Pérez asegura que para los pobres no hay justicia, pues al no tener recursos para hacer las diligencias, las autoridades judiciales no le pusieron empeño para castigar a los responsables.
“No fueron animales como perros o pollos a los que mataron, fueron nuestros hijos, unos seres humanos; si hubieran matado a uno de sus hijos (de las autoridades) de seguro que buscaban hasta por debajo de las piedras a los responsables. Estamos decepcionados totalmente de la justicia en Tabasco”, denuncia.
Y es que los mil cien pesos que su marido Gustavo Gutiérrez gana como trabajador del parador turístico Villa Luz apenas les alcanza para matar el hambre, así que es imposible para ellos estar viajando a Villahermosa para dar seguimiento al caso, máxime que alguien les informó que los otros dos presuntos culpables: Agustín Pérez Hernández, y Asunción Paz Cruz, están a punto de salir porque ganaron un amparo y sólo están esperando que la apelación les sea negada a la fiscalía.
Ante toda este hecho aberrante que enlutó a dos familias tacotalpaneses en abril de 2012 y que segó de tajo la vida de cuatro infantes, la madre de tres de ellos ironiza que lo único que han conseguido es que una defensora de los derechos humanos en Tabasco, de la que no recuerda su nombre (se presume que alude a la abogada María Teresa Jaber Pancardo), le trató de consolar diciéndole que la justicia divina se encargará de castigar a los culpables.
Con el respaldo de toda la comunidad, doña Teresa y su familia (tiene otros dos hijos, una joven casada de 22 años y uno más de 20) asegura que si liberan a los aún detenidos se armarán de valor y harán un plantón frente a Palacio de Gobierno para exigir justicia, “porque no es posible que la Procuraduría (General de Justicia) no sepa hacer su trabajo”, y liberen a los presuntos responsables por errores en las integraciones de las averiguaciones previas, como ocurrió también con el asesinato de la familia Fuentes Esperón, donde un acusado también ya salió en libertad.
En un par de semanas, después de la Semana Santa, se celebrará en todo México el Día del Niño, una fecha llena de alegría y diversión para agasajar a los “reyes del hogar”. Pero en esta humilde vivienda de Tacotalpa, ese día será el tercero consecutivo en que la risa cantarina como las cercanas cascadas de Villa Luz será reemplazada por un doloroso silencio.  

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