- Fue nombrado para elevar el nivel educativo en el Tecnológico de la Región Sierra y sólo ha utilizado el cargo para beneficiar a su parentela y allegados
- Estudiantes se solidarizan con sindicalizados para exigir la renuncia del director general, pero al negociar éstos un incremento salarial los dejan embarcados
Agustín Lara Mata
Cuando un servidor público se compromete con un gobernante a cumplir determinada encomienda y no lo hace, literalmente se convierte en un doble traidor, porque traiciona la confianza que el mandatario ha depositado en él y porque le falla al pueblo gobernado por éste.
Bajo este criterio, don Lorenzo Mollinedo Aguilar es doblemente traidor, ya que al ser nombrado director general del Instituto Tecnológico Superior de la Región Sierra (ITSS) en febrero de 2013, el entonces secretario de Educación, Rodolfo Lara Lagunas, lo exhortó a trabajar para preparar profesionistas competitivos y capaces, de acuerdo a las instrucciones del gobernador Arturo Núñez Jiménez.
Al rendir protesta, el nuevo director se comprometió a trabajar con ética, disciplina y organización en el manejo de los recursos financieros y la profesionalización del cuerpo académico y administrativo del instituto, además de poner su mayor esfuerzo por colocar a casa de estudios como una de las mejores del estado y el país.
A más de dos años y medio de aquel compromiso, la realidad refleja todo lo contrario, tal y como quedó en evidencia hace cuatro semanas, cuando el personal sindicalizado cerró las instalaciones de esa institución en protesta por el incumplimiento de acuerdos de mejora salarial, plantón al que se sumó la comunidad estudiantil por el grave deterioro de la infraestructura y los servicios escolares.
Y pese a que las negociaciones entre los trabajadores de base y las autoridades educativas lograron su permanencia al frente del ITSS, los alumnos —que se quedaron solos en esta lucha— destaparon la cloaca al denunciar que durante la administración de don Lorenzo la calidad de la educación en esta casa de estudios superiores ha venido en picada.
Es tan grave la condición en que se encuentra el Tecnológico, que ni siquiera los baños cuentan con papel y jabón, el servicio de internet es muy deficiente, la biblioteca se llueve más adentro que afuera y los alumnos de nuevo ingreso carecen de aulas propias y tienen que ir de salón en salón para tomar sus clases.
Otras irregularidades que Mollinedo Aguilar ha propiciado son el nepotismo y tráfico de influencias en su máxima expresión, al favorecer a familiares y allegados con programas de apoyo aunque no cuenten con el perfil requerido, dejando a la mayoría de docentes y administrativos al margen de los programas de capacitación y actualización profesional.
Los estudiantes también lamentan la falta de apoyo para la práctica del deporte y demás actividades complementarias, así como el desinterés del director general por atender sus necesidades, como el mal estado en que se encuentra la cafetería donde consumen sus alimentos, la falta de mantenimiento al camión que utilizan para sus viajes de estudios y la nula inversión en equipamiento y material de laboratorio.
Confiados en que tales pruebas de la ineficacia, ineficiencia e incapacidad de don Lorenzo Mollinedo Aguilar para cumplir la tarea encomendada por el gobernador Arturo Núñez Jiménez serían suficientes para corregir el rumbo y sacar al ITSS de la mediocridad, los estudiantes se unieron al personal sindicalizado esperando la destitución del director general, pero grande fue su sorpresa cuando supieron la noticia de su ratificación, luego de que se destrabara el conflicto salarial, dejándolos en la indefensión y a expensas de represalias por parte del poderoso e influyente servidor público.
Si bien esta ocasión la amistad que don Lorenzo presume tener con el gobernador le salvó el pellejo, a pesar de que traicionó su confianza y la del pueblo al no cumplir su encomienda, es un hecho que la relación entre la máxima autoridad del Tecnológico y el alumnado están en su etapa más álgida y esta situación puede provocar que el conflicto alcance niveles indeseables que podrían repercutir en el futuro de los miles de jóvenes que pusieron su confianza en una institución que navega a la deriva.
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