Irma Paola Jiménez
San Valentín es considerado el día de los enamorados por excelencia; esta afirmación es tan clásica como aludir “Romeo y Julieta” de Shakespeare con el ideal del amor verdadero o tan eminente como la poesía misma.
Esta festividad tiene su origen en la época de la cultura romana. Algunos creen que es una fiesta cristianizada del paganismo, puesto que en la antigua Roma se celebraba la adoración al dios del amor “Eros” y a quien los romanos llamaban “Cupido”. Pero la fecha debe su nombre a “San Valentín”, un sacerdote del siglo III que ejerció en Roma. El emperador en turno, Claudio II, prefería el servicio de los hombres solteros para la guerra. Creía que los jóvenes serían mejores soldados sin familia, sin ataduras o el apuro de regresar pronto a casa y decidió prohibir la celebración de matrimonios para los jóvenes. San Valentín se opuso y en secreto celebró varios matrimonios para jóvenes enamorados. Cuando el emperador se enteró, dio la orden de que encarcelasen a Valentín, luego ordenó que lo ejecutaran y fue decapitado un 14 de febrero. Posterior a su muerte, el Papa Gelasio estableció ese día para honrar a Valentín.
La costumbre de intercambiar regalos y cartas de amor nació en Gran Bretaña y en Francia durante la Edad Media. Luego, los norteamericanos adoptaron la costumbre. Hacia 1840, en EEUU se comenzaron a vender en las primeras tarjetas postales masivas de enamorados, conocidas como «valentines», con símbolos como la forma del corazón o de Cupido.
Desde las primeras horas de la mañana, las parejas desfilan cual pasarela, impregnados del dulce aroma del chocolate y la fragancia de las rosas, se refugian con el suave pelaje artificial de los osos de peluche, en medio de una mágica velada. Las florerías se atascan de pedidos, los restaurantes se llenan a rebosar de comensales y las tiendas aprovechan una de las temporadas más activas del año, solo después de Navidad y el regreso a clases. Teniendo en cuenta el asunto del gasolinazo en enero, cabría esperar un alza de precios, lo cual podría repercutir en los planes de los enamorados para festejar San Valentín. Esperemos que en nombre del amor, las tiendas sientan algo de compasión por los enamorados o sean lo suficientemente astutos para diseñar atractivas ofertas de descuento.
Al otro lado de la balanza que equilibra el mundo en que vivimos, están quienes se colocan sus mascarillas ante lo que denominan “el peor hedor concebido por el hombre”, causado por la acaramelada atmosfera de San Valentín, ya que no comparten el mismo entusiasmo por ese día. Por último, uno que otro mira con otra perspectiva la fecha, sin alterar o perturbar sus actividades diarias en lo mínimo.
Siendo el siglo XXI, el mundo de los bits y en especial las redes sociales juegan un papel imprescindible en las relaciones contemporáneas. Las cartas de amor fueron sustituidas por cortos y breves mensajes de chat en algún servicio de mensajería instantánea, como Whatsapp y Telegram. Manualidades tales como las tarjetas hechas a mano fueron desplazadas por las tarjetas electrónicas o los emoticones de corazones, y la práctica de enviarle una dirección web o enlace a un vídeo en la plataforma de Youtube a la pareja, resulta mucho más barato en comparación a llevar serenata.
Se dice que San Valentín también es considerado el peor día para estar soltero. Hoy, quien busca con desespero no estar solo en esa fecha, puede recurrir a los gagthes tecnológicos y explotar el potencial de las innovaciones tecnológicas. Desde nuestros teléfonos y por medio de aplicaciones de citas como “Tinder” se puede concertar una cita con algún desconocido o desconocida que tenga la misma ansiedad por hallar compañía o conseguirnos una pareja virtual por medio de simuladores. Hasta ese punto ha llegado el avance de la tecnología para satisfacer la necesidad de un ser humano por no estar solo.
Pero las viejas costumbres no están del todo perdidas, por ejemplo, en Japón se tiene una particular forma de celebrar el Día de San Valentín, en ese día se destaca que son las mujeres quienes regalan chocolates a los hombres. Existen tres tipos de chocolates a regalar: los que se entregan a compañeros de trabajo, los que se regalan a familiares o amigos y —quizá el más importante— “el chocolate hecho a mano”, el cual se obsequia al ser amado como símbolo de su confesión. A su vez, los hombres devuelven el favor un mes después, el 14 de marzo, en la celebración conocida como White Day (“Día blanco”), día en el cual se suelen regalar chocolates blancos, malvaviscos o cualquier obsequio de color blanco.
Cabe resaltar lo obvio, cada pareja tiene su particular manera de festejar san Valentín. “Aún no estoy seguro, posiblemente vaya a comer con mi novia, algún postre que se le antoje o comida”.
En el caso de las parejas de jóvenes, algunos lo esperan sin mucha expectación “Eh, la verdad, no sé. Calculo que iremos a comer algo por ahí. Particularmente, ya no le hacemos tanto caso a San Valentín…” y es clara la tendencia en estas parejas por la idea de pasar una velada romántica acompañada de esa persona especial y un buen platillo de comida.
Es palpable el fuerte contraste de las ideas jóvenes a la convencional costumbre de invertir unos cuantos cientos de pesos en peluches, flores, globos o chocolates —y considerando la economía actual, bien que hacen mucha falta— pero es firme la intención de convivir y pasar un momento agradable. “Es demasiado rebuscado hacer ese tipo de regalos que duran horas o a lo mucho días. Si al caso nos regalamos algo útil además de la salida”
El romance está en el aire, y para muchos la oratoria no es su fuerte, las palabras encuentran trabas para salir con fluidez, entonces la idea de presentar un presente o detalle ínfimo para suplir dicha carencia y hacerles saber a quienes amamos lo importante que son para nosotros, guarda más valor que obsequiar la caja de chocolates más costosa o el ramo de flores más ostentoso.
“Somos más de hacer, elegir lugares y demás que tenga algún significado especial solo para nosotros. No es lo que muchas personas consideran convencional, pero para mí sigue siendo romántico.”
Para algunas parejas, lo más ínfimo o sencillo es la manera perfecta de expresar gratitud, demostrar los sentimientos que, en otras circunstancias, no somos capaces de hacerle saber a ese alguien especial.
“No le vemos tanto la necesidad. Nos amamos todos los días y así lo demostramos. No necesitamos un día para recordar que estamos en pareja. Aunque, no deja de ser una buena excusa para hacer algo y salirse de la rutina”.
Decir sin necesidad de palabras “Gracias por todo”, “Por ser un buen amigo, un buen compañero”, “por estar a mi lado en las buenas y en las malas” adquiere un significado más poderoso que la simple obligatoriedad impuesta por la fecha o por cumplir con algún estipulado social.
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