Partidos políticos rebasados
en el handicap electoral
El PRI y las tramoyas del pasado, frente a la ola amarilla.

Por Bartolo Jiménez Méndez
El ambiente político se encuentra caliente y el horno está que trina, como en las calderas del infierno, cuando la democracia participativa y la sociedad plural hacen causa común en el panorama contestatario y las bases reclaman lo mismo que la militancia a sus respectivas dirigencias para que sean congruentes en la propuesta democratización interna que debe arropar a candidatos plenamente identificados para poder obtener el triunfo en las urnas electorales.
Por lo pronto, el PRI ya puso el ejemplo en cuanto a la imposición de candidatos para disputar los seis distritos electorales. Lo cierto es que nadie quedó convencido de que se haya actuado con tino y acierto en correspondencia a los tiempos políticos, cuando se sabe que la disputa será codo con codo y no habrán concesiones de ninguna especie, como en el pasado cuando el requisito de la designación era suficiente para obtener la curul y realizar una gira simbólica en el ámbito de sus electores haciendo promesas que no podían cumplirse y los ciudadanos que no se presentaban a votar eran sustituidos por los representantes de casillas que rayaban las boletas al tres por uno y de esa forma el abstencionismo se convertía en una copiosa votación a favor del partido tricolor.
Hoy esos tiempos han pasado, y aunque resulta ocioso decirlo, en los pasados procesos federales, ya sea producto del efecto Obrador o por otra cosa, pero el PRI fue barrido del panorama. Tenemos que mencionar el caso traumático del VI distrito al que corresponden los municipios de La Sierra y una porción de Centro, cuando el flamante candidato, Luis Felipe Graham Zapata, fue materialmente rebasado en las urnas por Mónica Fernández Balboa, una teapaneca que además de haber sido la Flor Más Bella de Tabasco, no se le conocían atribuciones de carácter político, sólo militancia en el partido negriamarillo; pero esa cualidad resultó suficiente para triunfar en las elecciones, lo que quiere decir que cualquiera puede ganarle al PRI por simple simpatía y sin contar con el palmarés de una trayectoria y militancia reconocida.
El otro punto que no se puede olvidar es que en este distrito el PRI disputará con un candidato de extracción petrolero, José del Pilar Córdova Hernández, mismo que sustituyó la propuesta inicial que traía los nombres de dos políticos con mucha trayectoria como Pedro Reséndez Medina y Roger Pérez Évoli. Esto refleja en toda su dimensión cómo se encuentran las cosas en este distrito, que además tendrá en Carlos Mario Ocampo o Rafael Abner Balboa dos ofertas atractivas por el bando perredista, quienes han demostrado ser triunfadores con el voto de la ciudadanía y que no han defraudado a sus electores; por eso representan una amenaza electoral para la candidatura tricolor que sólo cuenta con el aval del gobernador, Andrés Granier Melo, quien será la garantía del triunfo de su partido. Contra todo lo que se diga, el gobernante es querido y goza de la confianza de todos los sectores de la población, incluyendo a militantes opositores.
Por otra parte, los partidos en su perfil interno andan a las greñas y aquello se ha convertido en un verdadero San Quintín, cuando nadie está de acuerdo con nada. El problema consiste en el menú de candidatos que tienen merecimientos y la posibilidad de los externos que representa una estrategia lateral que estrangula más las posibilidades. En tanto, la presencia mediática cuestiona todo intento de desviación, al grado que podemos decir que se trata del primer proceso en que nadie se pone de acuerdo, pues los grupos sectarios deambulan de uno a otro lado alzando la bandera de la inconformidad y son pocos los nombres que brillan con verdadera luz propia y que, por cierto, no se encuentran del lado precisamente del PRI.
Desde esa perspectiva, se puede afirmar que el futuro inmediato de los candidatos del tricolor no es nada promisorio; si el lector quiere formarse una idea de esto, no es más que ver la posibilidades reales que existen en los seis distritos. La verdad es que las cosas se presentan entre azul y buenas noches, sobre todo en cuanto a ejercer una cultura del voto que no favorece mucho a los priístas que ahora se hubieran inclinado por la designación de candidatos ciudadanos con posibilidades reales de ganar la elección.
En el primer distrito se observa difícil que Toño Aysa pueda remontar las posibilidades de Freddy Martínez Colomé y ya no digamos en el segundo, donde Óscar Ferrer Ábalos lo único que tiene que hacer es esperar los resultados de la elección a sabiendas que la tiene ganada de antemano.
Lo primero que debería hacerse es un relevo en el Comité Directivo Estatal priista, para evitar que la elección federal quede dentro del coto de Andrés Manuel López Obrador, asunto o trama que parece intencionado para exhibir al gobernador Andrés Granier como incapaz de enfrentar con éxito a la oposición, cuando se observa que existe un proyecto a ultranza para que esto suceda y el “robertismo” pueda retornar triunfante como opción política para enfrentar a las corrientes opositoras.
El electorado tabasqueño ya no es el mismo que votaba por inercia y que era susceptible a la propaganda y a los discursos pronunciados por políticos de ocasión que ahora ya no tienen a la mano esa estrategia de la promesa y el engaño sistemático, por eso si alguna cosa no se le perdona a Pedro Jiménez León es haber operado para evitar el desafuero de Roberto Madrazo, máxime que ahora regresa con su actitud “democratizante” en el liderazgo de otro partido. “Pedro Pueblo” no debe olvidar que la gente le ha negado el voto a un César Raúl Ojeda simple y sencillamente por su extracción, y así podemos continuar hablando de los perfiles políticos de gente que han engañado o tratan de engañar a los electores que, a fuerza de golpes, se han convertido en jueces estrictos de las acciones políticas.
Así están hoy las cosas y nadie está seguro de nada.

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