Edén Político
Carlos Salinas, el virus de la Influenza Política
“Nada es bastante para quién lo que es bastante resulta poco”.
Epicuro de Samos. Filosofo griego
Por Pedro Lara Hernández
Por si a algunos mexicanos les quedaban dudas, de por qué siempre calificamos a Fox como traidor a la democracia, a Calderón como el gran usurpador e ilegitimo presidente de este país y a Salinas como el gran manipulador, con las confesiones escritas por Carlos Ahumada en su nuevo libro “Derecho de Réplica”, quedan claras nuestras afirmaciones. En él, el argentino involucra con lujo de detalles a varios destacados personajes de la vida nacional, que confabulados le robaron la Presidencia de la Republica al pueblo de México en el año 2006, atacando al líder político mas popular de México, Andrés Manuel López Obrador, en tres fases: los videos de Ahumada, el desafuero y el fraude electoral.
La historia de la llegada de este virus político a México se inicia, desde que Fox, a mediados de su sexenio, le permite a Carlos Salinas regresar al país, después del obligado exilio político al que lo sometió Ernesto Zedillo. En México, el Diablo de Dublín, empezó a tejer hábilmente, un fino tapete político con sus aliados naturales en el PRI, PAN, PANAL y PRD, con Roberto Madrazo, Beatriz Paredes, Manlio Beltrones, Emilio Gamboa, -como lo describe en Línea Directa, con excelencia y oportunidad, nuestro director Gerardo Reyes Gómez en su reciente trabajo “El Priísta mercenario”-, Elba Esther Gordillo, Jorge Kahwagi, Diego Fernández, Santiago Creel, Ramón Martín, Eduardo Medina, Rafael Macedo y los amigos de Cuauhtémoc Cárdenas, Rosario Robles y Ramón Sosamontes, con los que ha cobijado con el tiempo y en su momento, no solo al enamorado y trastornado Fox, sino al mediocre Calderón, en sus respectivos trabajos políticos.
En el tramo reciente de la historia política del país, se presentan dos títeres que han sido hábilmente manipulados por el titiritero Salinas para que el espurio Calderón pudiera llegar a habitar la casa presidencial de Los Pinos en el actual sexenio. Me refiero a los nuevos escritores de sus memorias políticas, Carlos Ahumada y Roberto Madrazo, quienes coincidentemente no supieron defender en su momento, como hombres públicos e inteligentes, lo que ahora lamentan y añoran en sus memorias políticas.
Ahumada, describe cómo puso su valiosa información política en manos del titiritero, sirviéndole dócilmente a sus aviesos intereses, cómo fue a negociar la salida de la cárcel de su hermano Raúl y la entrega de los cuantiosos recursos económicos confiscados por los bancos europeos. Madrazo relata en su nuevo libro, “El Despojo”, algunos pasajes de su fracasada vida política, cómo su desgastante pleito con la Gordillo, continúa atacando a Zedillo, archienemigo de su titiritero y se resiste a reconocer que fue pieza clave utilizada en el robo a López Obrador. Ahumada cobra facturas políticas pendientes y Madrazo evidencia su gran necesidad de ser reivindicado ante la opinión pública nacional. Los títeres muestran sus errores políticos, que solo han servido a los intereses del perverso manipulador de Agualeguas, quién los ha ofertado a la ambiciosa derecha nacional, a cambio de unas cuantas monedas, como un verdadero judas moderno.
Mientras los científicos sociales no descubran una vacuna efectiva para evitar los terribles estragos del contagioso virus de la influenza política, éste seguirá haciendo de la suyas en la cada vez más complicada vida política nacional.
Dicen los viejos sabios de mi pueblo, “No tiene la culpa el titiritero Salinas sino los títeres que lo hacen compadre”. El buen alumno de Nicolás Maquiavelo, aprendió aplicar muy bien el arte del engaño en la frágil naturaleza humana. Y ahí están a la vista, los resultados. Y nos guste o no, la política seguirá siendo de quién la trabaja.

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