Por sus ambiciones políticas y su ingratitud partidista
Jenny Rodríguez y Santiago Méndez
Reciben el repudio de los tacotalpenses

Por: Agustin Lara Mata
Tacotalpa, Tab. En una muestra de nula calidad moral que refleja su carácter caprichoso y egoísta, la exdiputada local Jenny Rodríguez ha enseñado el cobre y cual fiera herida comenzó a dar patadas de ahogado, despotricando en contra del partido que le dio su capital político, y todo porque no fue favorecida con la candidatura a la presidencia municipal, cuando ya se sentía tocada por el dedo mágico selector pero por cuestiones partidistas se le cayó la sopa de la boca.
Lo peor es que en esta actitud berrinchuda, la tal Jenny ha inyectado su veneno en otro ambicioso político: Santiago Méndez Arpáiz, para moverle el tapete a los candidatos priistas a alcalde y diputado local, Ulises Solís García y Darling Llergo Vázquez, con lo cual demuestran su baja estatura política al no aceptar más unidad que la que gira en torno a ellos.
Por sus obras los conoceréis, cita el libro más leído en la historia de la humanidad. Y efectivamente, Jenny Rodríguez y Santiago Méndez son ampliamente conocidos por su rapacidad, su egoísmo y, sobre todo, su ingratitud para con el sistema que les dio de comer sin que hayan hecho méritos para ganarse el pan de cada día.
En el caso de la exdiputada local, el PRI le regaló la plurinominal en la legislatura anterior, fue así como llegó al Congreso del Estado sin la necesidad de hacer campaña proselitista por las comunidades, ni siquiera por las calles de la ciudad.
Su papel en el Congreso dejó mucho que desear, ya que sólo se dedicó a exhibir su agraciada figura en su curul y a relacionarse en amoríos con el entonces diputado panista Antonio Lope Báez.
En el colmo de la desvergüenza, Jenny Rodríguez, la trepadora y oportunista que acostumbra usar sus encantos —a más de un político ha cautivado con su pícara sonrisa— para conseguir cargos públicos, logró ser beneficiada con el puesto de Asesora Jurídica de la Televisión Tabasqueña (TVT), desde donde succionó a placer del erario estatal.
Recientemente, cuando hizo pública su aspiración por contender bajo las siglas del PRi por la presidencia municipal de Tacotalpa, comenzó a hacer campaña antes de tiempo, a grado tal de que fue obligada a borrar las bardas que había colocado en la cabecera municipal para promover su figura.
Pero al no ser ella la elegida —se dice que la exdirigente estatal del PRI Gina Trujillo ya la había palomeado, pero Adrián Hernández Balboa tomó la decisión de borrarla de la lista porque no garantizaba el triunfo electoral— comenzó a despotricar en contra del tricolor y ahora coquetea descaradamente con el PAN, amagando con desertar de las filas del PRI.
En cuanto a Santiago Méndez, otro oportunista político, los tacotalpenses no olvidan que en las elecciones anteriores chantajeó a “su” partido, el PRI, para que le dieran posiciones políticas a cambio de apoyar la candidatura de Pedro Palomeque Calzada. Fue así como logró colocar a su esposa María Magdalena Torrez Palomeque, como síndico de Hacienda del H. Cabildo y a Ángel Martínez en la quinta regiduría.
La ambición de Santiago Méndez no tiene límites y de no haberse opuesto tajantemente el alcalde Pedro Palomeque, el chantajista político hubiese colocado también a sus allegados en la Decur y la Dirección de Desarrollo. Al no ver cumplida su demanda, durante toda la administración de Palomeque estuvo presionando para que lo favoreciera con la candidatura a la alcaldía o de perdida, a una diputación local, acción que, obviamente, no pudo cumplir el edil porque en los tiempos actuales las decisiones partidistas para la renovación de los Ayuntamientos se toman en Villahermosa y no en las cabeceras municipales.
Es así como este par de chantajistas, arribistas e ingratos, al ser frenados en sus ambiciones, ahora intentan convencer a los dirigentes de los partidos opositores (específicamente al PAN) para que los nombren candidatos a alcaldesa y diputado local.
Pero en caso de que así sea, se enfrentarán una vez más con su triste realidad, porque no es lo mismo presionar a los dirigentes partidistas que convencer al electorado y ahí es donde recibirán su merecido, ya que el pueblo los conoce a la perfección.

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