Tabasco, otra vez la misma historia

Por: Pedro Lara Hernández

Desgraciadamente para los tabasqueños, se repite la historia. Recordemos. El lunes 29 de octubre de 2007, el gobierno federal anunciaba que por la presencia de fuertes lluvias en el sureste mexicano, se tenía la necesidad de abrir las compuertas de la presa peñitas para desalojar mil 500 metros cúbicos por segundo de agua, anegando casi la totalidad del territorio tabasqueño, obligando a evacuar a más de 200 mil humildes personas, a quienes les destruyeron, sus cultivos, sus viviendas y sus escasos enseres domésticos. La Comisión Nacional del Agua (Conagua), aseguraba ese día que Villahermosa no se inundaría como en 1999, porque según ellos ahora habían 100 kilómetros de bordos.
El martes 30 ya se encontraban en Tabasco, los Secretarios, de Gobernación, Defensa Nacional, Marina, Medio Ambiente, Agricultura, Salud y Desarrollo Social. Ante quienes el gobernador Andrés Granier manifestó que Tabasco no podía vivir más en la zozobra en cada subida de ríos, señalando que había obras hidráulicas que se empezaron a hacer en el sexenio anterior y que debieron de haber quedado listas desde el mes de mayo.
El miércoles 31 de octubre se anunciaba en la entidad, la existencia de 500 mil damnificados, el desbordamiento del río Grijalva inundaba el primer cuadro de la capital y la poblada colonia Las Gaviotas, al otro lado del río. El río carrizal en el otro extremo de la ciudad desbordaba y anegaba 30 colonias ubicadas a orillas de su cauce. El 70 por ciento del territorio tabasqueño estaba bajo el agua. Y no era para menos, porque el Director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Alfredo Elías, anunciaba que el desfogue de la presa Peñitas que era de 2 mil metros cúbicos por segundo, lo reducían a 1, 500 metros cúbicos.
Este mismo día llegó Calderón y su esposa a Tabasco, quienes después de realizar un recorrido en helicóptero, se tomaron la foto, pala en mano, llenando costales de arena, para que los tabasqueños vieran su solidaridad. Más tarde asistieron a un albergue a escuchar los lamentos de muchas mujeres afectadas. Finalmente encabezó una reunión de evaluación instruyendo a todos los secretarios del gabinete a apoyar con todos los recursos posibles la catástrofe que se estaba viviendo. El jueves 1 de noviembre, la crisis ya afectaba a un millón de tabasqueños.
Independientemente de quién fue el culpable de la terrible inundación de 2007, en su cuarta gira de trabajo por la entidad realizada el día martes 6 de noviembre, Calderón prometió echar a andar un fondo de reconstrucción de Tabasco con 7 mil millones de pesos, más otra cantidad con fondos privados. Anunciando que el Secretario de Gobernación asumiría las acciones de reconstrucción del estado, evidenciando con ello un visible conflicto político con las autoridades de la entidad. Y continuó Calderón con los anuncios de un interminable desfile de millones y millones de pesos que nadie supo si existieron en la realidad, y si así fue, en dónde se aplicaron y en qué manos quedaron. Porque la única verdad que tenemos, a casi tres años de la catástrofe que dejó sin lo poco que tenían, a más de un millón de tabasqueños, es que estamos viviendo una situación, desafortunadamente, muy similar a la vivida, porque ninguna autoridad hizo las obras hidráulicas para evitar que el suceso se repitiera.
Hoy, en agosto de 2010, el gobernador Andrés Granier, exige a las autoridades de la federación que no aumenten el desfogue del agua de la presa de Peñitas para evitar lo más posible que un mayor número de tabasqueños sean inundados en sus viviendas.
La verdad es que el desentendido de Tabasco, Felipe Calderón, -por la triste y deshonesta actuación, durante estos tres años de sus subalternos, el Director General de la Conagua, José Luís Luege y la de su Director de la CFE, Alfredo Elías-, refrenda ser el político más mentiroso de México. Por lo que el tiempo lo colocará muy pronto, con muchos méritos, en el basurero de la historia.

¡Seguimos de pie!
Tabasco solidario
  • Caer está permitido… Levantarse es obligatorio.
  • Nuestra mayor gloria no está en no haber caído nunca, si no levantarnos cada vez que caemos.


Por: Rubén Darío Arias Torres
Cuando escuchamos los reclamos desesperados de la gente, algunos por estar ya con las aguas entre sus viviendas, otras porque están a punto de estarlo, casi todos miramos a un lado y al otro, buscando culpables a quién insultar. El sentimiento es comprensible ante las pérdidas económicas y el malestar físico de las familias que todo esto ocasiona. Sin embargo, vale la pena reflexionar bastante sobre el origen de estas contingencias que en octubre próximo cumplirán tres años de haberse presentado.
Las del 2007 y 2008 por considerársele históricas, ciertamente han dejado a la población muy resentida; sobre todo por la magnitud mediática que alanzaron a nivel mundial. Pero, también, permiten ver varios aspectos de tales acontecimientos.
Primero, reconocer que en el 2006, 2005, 2004 y casi todos los años de nuestra historia –y quién sabe cuántos más en el futuro-, Tabasco siempre ha padecido de este mal, algunos en mayor o menor medida, según nos platican los abuelos.
Segundo, que las recientes inundaciones han sido causadas más que por las lluvias, por el ser humano. Es él, quien ha desforestado el medio ambiente, ha invadido vasos reguladores para construir de manera regular e irregular casas y negocios; es él quien ha permitido que lidercillos vivales vendan esos terrenos en zonas bajas, que otros más de manera irresponsable lo compren y unos más lo consientan en silencio.
Es el ser humano quien está haciendo mal uso de la presas, en aras de una economía nacional que no le importa el sufrimiento de los tabasqueños. Somos nosotros, quienes por despensas, láminas, bicicletas, tortas y migajas votamos por representantes populares que no han sabido defendernos y exigir soluciones definitivas, no solo al tema del agua, sino al de la falta de una infraestructura hidráulica (drenaje y alcantarillado) y una cultura del agua entre la ciudadanía.
Es dramático escuchar y ver la psicosis social por el agua. Irónicamente, nos hemos convertido en rehenes del elemento que nos permitió florecer como pueblo. A pesar de todo esto, a unos días de festejar el bicentenario de la independencia y el centenario de la revolución mexicana, los tabasqueños debemos comenzar en replantearnos nuestro papel como ciudadanos libres, aceptar que tenemos el derecho de que el estado resuelva nuestros problemas, pero dejar de ser una sociedad pedigüeña que vende su futuro por dádivas a políticos sin conciencia, ni responsabilidad social.
Comprender que solo con nuestra participación activa y consiente lograremos tener el país, el estado y el municipio que merecemos. Las inundaciones y el malestar que nos provoca de manera directa e indirecta nos ofenden como sociedad; pero, a la vez nos invita a solidarizarnos con aquellos que han caído en esa desgracia temporal, a organizarnos para llevar comidas, abrigo y calor a esos paisanos. Ya lo hemos hecho antes, hagámoslo ahora nuevamente.
2007 y 2008, son huellas imborrables. Nos recuerdan el tiempo que vivimos con el "Jesús en la boca", con miedo. Que éste 2010 y los venideros sean los que nos permitan decirle a las nuevas generaciones del mundo, que somos un pueblo de lucha, de participación activa consciente y que hemos aprendido la lección. No hacerlo nos colocaría como una raza que no merece ni quejarse una, otra vez y cada vez que cae un "chipi chipi". //RADAT// elciudadanorubendario@hotmail.com

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